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pornostalgia

a Santos:
"siempre llueve en San José", era lo que decía él cuando se le preguntaba si estaba feliz, "quién puede sonreir si está todo nublado y las casas no tienen numeración? si hace falta la milicia armada asustando a los niños? y y y hay tanta libertad para ponerse tacones y salir de bares?"

AQUI...Nadia @ 29.10.08, ,




El rey de las paredes muertas
2da parte


El señor Parco no entendió el motivo de esta preocupación en una mujer tan entendida en temas religiosos. No debía de ser la primera vez que escuchaba aquella frase. “Es la primera vez que lo escucho”, dijo la tía, “eso de que todos tenemos partes Dios adentro. Y si es de verdad? Si un pedacito de Dios está en ti? En mi? En los gatos? En las flores? En el café? En la mugre?…”. El señor Parco no lo había visto de esa forma, pero era un concepto válido dentro de las creencias de la religión católica, apostólica y romana.

 

Terminaron tan amena conversación dando toda la razón a aquel razonamiento y el señor Parco se dispuso a bajar a su espacio a dar punto final a las actividades que había comenzado. Ya en su departamento le dio el primer mordisco al pan cuando el timbre que no anuncia la llegada de visitas volvió a sonar. El señor Parco tragó amargamente y se levantó del mueble para volver a subir las escaleras.   Al entrar por la cocina encontró a su tía frente a la estufa removiendo algo en el caldero. Le extendió la cuchara a su sobrino para que probara. “Está bueno. Sírveme un poco”. “Aha… La hice con salsa de curri”. “El qué?”. “La cortina” dijo la mujer. A Parco le pareció haber escuchado mal y volvió a preguntarle a lo que ella respondió “La cortina de la sala, tu sabes, la verde”. El señor Parco se quedó quieto, no iba a hacer un escándalo ante aquel inusual comportamiento, debía haber una explicación lógica del porque la tía ahora le había dado por cocinar cortinas, así que preguntó amablemente “Y por qué tu estás cocinándola  si era tan bonita?”. La mujer abrió los ojos y se quedó mirándole largo rato antes de objetar que “Yo estaba pensando en lo que estábamos hablando y yo me di cuenta de que si las cosas tienen una parte de Dios, entonces voy a tener que comer un chin de todo para tener todas las partes de él. Tu no crees?”. El señor Parco no sabía que contestar a tal juicio, hubiese deseado que en aquel momento su madre estuviese con vida y le ayudara a resolver con coherencia aquella particular situación. Pero antes de poder hablar la tía ya tenía un plato servido en la mesa y lo invitaba a degustar aquella exquisitez que todavía no se adueñaba de un nombre decente. “Yo como que me la voy a llevar para abajo,  porque tengo que terminar los informes de la nómina y estoy atrasadito; tu sabes que todo me cae a mí en el departamento de mierda ese”. “Mira muchacho un día tu vas a amanecer muerto de tanto trabajar, te vivo diciendo que la gente tiene que descansar, tu sufres del corazón y del azúcar y de la presión y también están los esos mareos… ay Dios mío, pero está bien baja baja, ya yo estoy que me da lo mismo comer sola” dijo la mujer.

 

El señor Parco se vio solo en su cocina con un plato de cortina en las manos. No sabía si botarlo, meterlo en el refrigerador, internar definitivamente a su tía en un asilo o comérselo. Se le ocurrió rezar pero se le había olvidado cómo hacerlo. En aquel grado de desesperación levantó el teléfono y marcó a casa de Felipito.  “Si” contestó alguien con voz de mujer. “Hola Marta, excúsame que te importune a esta hora, pero necesito hablar con tu marido. El estará por ahí?” “Parco, pero cómo estás? Si si y donde va a estar el vago ése, déjame buscártelo. Espérate”. Luego de algunos minutos Felipito levanta el auricular y habla “Parco, muchacho, estás perdido?”. “Ya tu vez, en la lucha camarada”. “Aha, y la tía cómo está?”. “Precisamente por eso es que te estoy llamando, ya que tu eres el psicólogo Felipito y yo no se mucho de esas vainas. Fíjate que hoy subí a su casa y la tía estaba cocinando una cortina”. Silencio. Silencio sepulcral. “Felipito habla coño!”. “Pero es que cómo así Parco?”. “Así, que quitó la cortina de la sala y la echó en una olla con curri y la puso a hervir”. “La cortina?”. “Ah bueno! Que sí” dijo desesperado Parco.  “Y se la comió?”. “Pero ven acá y que es lo que tu te piensas?”. “Yo sabía que ella no era tan loca” dijo el amigo relajado. “Y porque tu crees que te estoy llamando Felipito del diablo, para que te acuestes riéndote con el cuento? Claro que se la comió! Se la tiene que estar comiendo ahora”. Silencio. Silencio sepulcral. “Pues si doctor, déjeme interrumpir su grandiosa elocuencia” dijo irónicamente el señor Parco y prosiguió “para decirle que a la tía ahora se le ocurrió que todas las cosas tienen una parte de Dios y yo creo que está pensando en comerse la casa”. “Y quien sabe!”. “Déjate de pendejadas Felipito y háblame en serio”. “Y qué es lo tu quieres que yo te diga hermano? Tu te recuerdas la vez de las muñecas?”. “Si”. “Y lo de los gatos?”. “Si, si”. “Que coño Parco, la tía está loca! Esa señora tiene un trastorno fuerte, una distorsión completa de la realidad. Ella tiene problemas mi hermano con esa obsesión con Dios y la muerte y todas esas vainas”. “Mira Felipito, yo no estoy llamando para que me des tu inteligentísimo diagnostico, porque todoeso ya yo lo tengo clarito!”. “Y entonces?”. “Que me ayudes camarada, que ya yo no sé que es lo que voy a hacer”. “Pero es que es siempre lo mismo, ya yo te he dicho que esa mujer necesita que la lleves a un psiquiatra para ver si la medican, consíguele un geriatra que ella necesita un estudio interdisciplinario para ver que se tiene que hacer”. “Pero tu sabes que es lo que pasa aquí, o tu te crees que soy yo?”. “Ah bueno Parco, pues yo no sé. Haz lo que tu siempre haces, total”. Silencio. “Ay Felipito, tu siempre tan dispuesto a ayudar a uno, gracias de verdad camarada!” Dijo el Señor Parco entre dientes y agriado. “De nada Parco, de nada. Pero es que no se me ocurre otra cosa”. “Si si, ni modo. A ver si nos juntamos un día de estos a jugar una manito de Ajedrez”. “Eso mismito dijiste tu el año pasado”. “Hablamos” dijo Parco y trancó la llamada.


pic por Kompres  


AQUI...Nadia @ 22.10.08, ,













When I was a kid I used to
pray every night for a new bicycle.
Then I realised God doesn’t work
that way, so I stole one and
prayed for forgiveness.

Emo Philips
manifiesto de Banksy
Hunters de Banksy


AQUI...Nadia @ 13.10.08, ,

















bagatela uno

y pase tímidamente por el mundo: sin meterme en las conversaciones de al lado en las que ofendían a la Hostos esquina Mercedes, sin contestar en la clase la fecha de la revolución francesa sabiéndomela, dejándome arrastrar por mis amigos a otros grupos donde a las niñas no las dejaban entrar a Mankala porque eran menores de edad, aguantando a que ofendieran a las cueros de la independencia... y ahora tengo un remolino de recuerdos de cosas e insultos que debí haber dicho. pienso escribirlos en mi libreta naranja para que no se me olviden nunca.


pic por suok


AQUI...Nadia @ 8.10.08, ,





EL REY DE LAS PAREDES MUERTAS
1ra parte



Nunca nadie pasaba por su calle. Porque era una calle sin salida. Porque nadie entraba por allí y mucho menos llegaba hasta su casa ubicada al final a menos que fuere a visitarle. Y casi nadie solía visitarle. El señor Parco padecía de extraños gustos que, a lo largo de los años, le habían separado de sus amistades íntimas y lejanas. Se preguntarán que tipo de mañas podía tener este señor de apellido insólito que ha provocado tales reacciones. Bien, eso es algo que no soy capaz de responder porque no es de mi agrado manchar la buena reputación de los ciudadanos de esta recóndita población. Me limitaré a narrar los hechos que preocuparon en las últimas horas a este señor Parco.

Eran las cinco con treinta y dos minutos de la tarde cuando Parco se estacionaba en el garaje de la casa. Desde abajo podía ver el balcón de la segunda planta donde su tía le daba de comer a los gatos. Treinta y ocho en total. La mujer ya no tenía que agacharse para echar el alimento en los platos de plástico rosa que andaban regados por todo el piso porque la desviación en la columna le había causado una joroba en la espalda que le impedía subir la cabeza para mirar al cielo. Siguió esparciendo alimento sin percatarse de la presencia de su adorado sobrino, lo que le permitió al señor Parco salir deliberadamente del carro y hacer mucho ruido en vez de entrar a escondidas, como normalmente lo hacía. Al dar el primer respiro fuera de la chatarra de metal verde vino el aroma de rica inmundicia felina que salía hasta afuera y se juntaba con la tarde de colores quemados y el señor Parco pensó en lo rico que era llegar a casa y ese es el sentimiento más hermoso que puede tener un ser humano a esas horas del día.

Ya dentro se empezó preparar una taza de leche caliente y tostó algunos panes. Abrió la despensa a ver si encontraba algo para acompañar aquella escueta cena y anotó en su agenda mental: “Ir al supermercado mañana por la mañana”, puesto que era uno de esos absurdos sábados en los que no tenía que reportarse al trabajo. Siempre prefirió ir en la mañana porque era cuando su tía dormía y así no le daba el tiempo a realizar la inmensa lista de neceseres y comida de gato que tanto apuro le daba cargar por los pasillos llenos de personas asombradas. Volvió al frente de la estufa y apagó la leche, la sirvió en una taza cogiendo el pan. Enseguida se dirigió al sillón donde solía leer, puso la cena en la mesa de al lado y cogió uno de los libros que se encontraba en ella: Terrorismo político de Paul Wilkinson. El plan era luego terminar con algo más sutil como el sarcástico Galeano o los poemas de Benedetti que aligeraban el sueño. Se disponía a dar comienzo a su lectura diaria cuando de pronto sonó el timbre.

El señor Parco sabía muy bien que este no era el sonido del timbre que anunciaba la presencia de gente esperando tras la puerta de entrada. Con pesar cerró el libro y se dirigió a las escaleras traseras que terminaban en el segundo piso. Abrió la puerta que enseñaba la cocina de la tía. Ese día estaba limpia, solo había un caldero hirviendo en la estufa, dos gatos durmiendo en la mesa junto a los aguacates y uno arriba de la nevera. Siguió atravesando los cuartos de la casa que se habían ido adaptando con el tiempo a las necesidades de estos animales: el siguiente estaba lleno de cajas con arena y armarios repletos de ropa vieja, en otro la cama ortopédica sin utilizar, en otro la cama con espaldar de madera y por último el comedor, que era donde estaba sentada la tía y desde donde apretó el botón para sonar el timbre. El cuarto estaba poco alumbrado por una lámpara y una televisión encendida que dejaba entrever con mucho esfuerzo como cambiaba la expresión de la mujer al ver entrar a su sobrino para atender a su llamado.

Tras bajar el alto volumen del aparato que mostraba a una monja en pleno rezo, la tía le comentó a Parco que una nueva preocupación andaba martillándole la cabeza. Sucedía que se había despertado muy temprano aquel viernes a esperar al mensajero. Cerca del medio día se presentó otro muchacho delgado y dado a la conversación que aseguraba que traía el envío. Lo invitó a pasar y en lo que ella buscaba el documento de identificación el hombre empezó a hablar sobre religión quizás por haber visto la casa llena de cuadros del sagrado corazón. La abordó diciendo, sin ánimos de ofender, que no creía en las imágenes, que probablemente Jesús era muy diferente a como lo pintaban y dio un disertación envidiable sobre ciertos versículos bíblicos en los que se especifica claramente que el ser humano no debe adorar ningún tipo de imagen. Pero esto no era exactamente lo que tenía en vigilia a la pobre mujer. Mientras ella contaba el dinero el muchacho se acercó a un gato y lo miró fijamente antes de acariciarlo y dijo que Dios estaba en todas partes…y que todas las cosas tenían una parte de Dios. Recogió el maletín del suelo, se despidió y se marchó cerrando la puerta. Y esto sí era lo que inquietaba pavorosamente a la tía.

pic por suok

AQUI...Nadia @ 3.10.08, ,